Novedad y Anacronismo
de Cien Años de soledad
El
escandaloso éxito de CIEN AÑOS DE SOLEDAD en toda américa latina (cien mil
ejemplares en un año) y su aceptación casi unánime por las críticas más
exigentes y por el público más general, han impedido hasta cierto punto la
consideración de un problema literario que subyace ese éxito: el problema del
flagrante anacronismos que representa, desde cierto punto de vista, esta
extraordinaria novela.
Porque,
en efecto, toda américa latina parece disparada hacia la modernidad, luchando a
brazo partido y en todos los campos para salir del subdesarrollo, de su
condición colonial, de su oprimente
atmósfera de provincia marginada; cuando en el terreno político como en
el cultural el gran esfuerzo de nuestros pueblos está orientado a ejercer la
presión más directa sobre los centros dirigentes del mundo actual; cuando el
crecimiento caótico pero incontenible de las capitales ha puesto en primer
plano el conflicto del hombre enajenado de las grandes ciudades; en ese preciso
instante, Gabriel García Márquez capta la atención de lectores y críticos que
con un libro a primera vista va a contrapelo de ese movimiento general de
contemporaneidad. ¿Cómo explicar este anacronismo no sólo del libro sino del
mismo público que lo lee y lo celebra?
A
primera vista, CIEN AÑOS DE SOLEDAD retrasa el reloj del tiempo. En un panorama
literario que denomina rayuela y paraíso, cambio de piel y tres tristes tigres,
García Márquez se da el lujo de contar una historia interminable sobre un
pueblo colombiano perdido en una maraña
de selva, montañas y pantanos; de contar su historia poniendo bien claro el
acento en la violencia política, en la explotación económica del capital nacional
y extranjeros, en el fraude y en el atropello. Temas y motivos bien conocidos
de la (aparentemente) difunda novela de
la protesta social que tanto engendro ha suscitado en nuestras Américas. Pero
no sólo eso: al contar puntualmente la historia de una familia y sobre todo de
uno de sus héroes, el coronel Aureliano Buendía, el notable narrador colombiano
parece volver a la novela de anécdota y personajes, la novela fascinada por la
aventura, la peripecia, del destino fatal.
Y
aún agregarías más: en momentos en que hasta el menor plumífero se siente
autorizado a componer complejas y precarias estructuras temporales, García
Márquez, con una olímpica indiferencia por la técnica exterior se larga a
narrar, con increíble velocidad y aparente inocencia, una historia
absolutamente lineal y cronológica, una historia como las de antes: con su
principio, su medio y su fin.
Cuántos
lectores, a quienes irrita Rayuela y enfurece cambio de piel, no han suspirado,
se han distanciado del todo en sus poltronas mientras seguían fascinados el
hilo de una narración que jamás pierde impulso ni parece enredarse nunca, y han
proclamado que esta sí, esta es la gran novela de América latina: la novela de
la tierra, la novela de la protesta, la novela de la anécdota, la novela de la
narración que corre sin esfuerzo y no obliga al lector a ninguna sospechosa
álgebra.
Tienen
razón, y están profundamente equivocados. Porque si bien es cierto que cien
años de soledad es apenas para la visón superficial una novela anacrónica, para
una mirada profunda, el libros contiene algunas de las novedades más audaces
que se hayan ensayado en las letras de este siglo; su anacronismo se presenta
como algo novedoso si tenemos en cuenta el panorama literario del momento, Lo
que nos lleva a plantear su lectura desde un ángulo muy distinto.
Adaptado
de: Rodríguez Monegal, Emir(1982) Gabriel García Márquez. Madrid. Taurus
1.
El texto tiene una forma de argumentación que puede llamarse inductiva, porque
se recurre a premisas
a. Particulares para llegar a una conclusión
general
b.
Generales para llegar a una conclusión particular
c.
Generales para llegar a una conclusión general
d.
Particulares para legar a una conclusión particular
2.
Al inicio del segundo párrafo del texto,
el conector “en efecto”, se emplea para
a.
Contradecir un comentario
b.
Confirmar una idea planteada
c.
Encabezar un juicio de valor
d.
Organizar una secuencia
3.
Los paréntesis que se presentan en el primero y tercer párrafo del texto,
pueden remplazarse, sin cambiar el sentido, por
a.
Signos de admiración y/o comillas
b.
comas y/o guiones cortos
c.
dos puntos y/o signos de admiración
d.
comillas y/o comas
4.
El texto tiene fundamentalmente la intención de
a.
ironizar, porque intenta maximizar el éxito comercial de CIEN AÑOS DE SOLEDAD
b.
Motivar, porque intenta incentivar la lectura de ciertas obras literarias
representativas
c. Persuadir, porque busca convencer al lector a
cerca del punto vista propuesto
d.
Informar, porque quiere dar a conocer el ámbito de la literatura
latinoamericana
5.
Cuando el autor del texto afirma que hay unos lectores a quienes irrita RAYUELA
y enfurece CAMBIO DE PIEL, lo hace con la intención de
a.
Explicar por qué las obras de Julio Cortázar y Carlos Fuentes, los escritores
más modernos de la literatura latinoamericana, pertenecen a la segunda mitad
del siglo XX
b.
Definir la manera como el Realismo mágico, presentes en las obras de Cortázar y
Fuentes reflejan las creencias populares y la concepción de la realidad,
propias del sentir latinoamericano
c.
Demostrar que en algunas obras propias del Boom latinoamericano se proponen
libertades, innovaciones y nuevas técnicas narrativas, que rompen con esquemas
tradicionales.
d.
Precisar la forma como Cortázar y Carlos Fuentes entraron en la modernidad por
el camino que han abierto americanos y europeos de principios de siglo XX, como
Joyce y Marcel Proust
6.
la expresión “…tienen razón, y están profundamente equivocados…”, que aparece
en el último párrafo del texto, es una figura retórica denominada
a.
Hipérbaton, porque trastoca y desordena el orden natural sintáctico de la
frase, con la intención de destacar una idea
b.
Metonimia, porque se designa una idea con el nombre de otra, ya que existe una
relación semántica entre ellas
c.
Hipérbole, porque es una exageración intencionada cuyo objetivo es plasmar una
idea difícil de olvidar
d.
Oxímoron, porque armoniza dos conceptos opuestos en una misma expresión,
formando así un tercer concepto